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Un asesino anda suelto por ñuñoa - Carta

28/3/08

Por la Comisión Funa Chile
Porque la memoria no es negociable

Eduardo y Rafael Vergara Toledo formaban parte de una familia de combate, jóvenes militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, se destacaban cada uno en lo suyo. Eduardo como dirigente estudiantil en la UNED, ordenando la barricada en Macul con Grecia y discutiendo la práctica antidictatorial con amplitud y serenidad. Rafael en la población, en la comunidad cristiana con sus viejos, en cuidar la retaguardia contra la represión, introvertido y eficaz.

Ambos jóvenes como muchos de quienes se entregaron enteros a la idea de terminar con la dictadura, como su hermano Pablo, como Paulina Aguirre asesinada el mismo día por la CNI, como Manuel Guerrero, José Manuel Parada y Santiago Nattino degollados al día siguiente también por carabineros.

Ambos alegres y rebeldes, por lo tanto peligrosos para la sociedad impuesta, la misma que continúa existiendo con su Constitución, sus leyes laborales, su privatización de las empresas del Estado, sus crímenes, su corrupción, su impunidad. Esa impunidad que se mantiene en estas muertes, supuestamente investigada por tribunales militares, en las que no se encuentran culpables, en las que se inventa un enfrentamiento, en las que la venganza del poder acalla vidas plenas.

Eduardo y Rafael son parte de nuestro accionar por su audacia y su conciencia, son parte de las nuevas generaciones que se levantan contra lo establecido por su tenacidad y persistencia, son arte de la funa por su grito eterno contra la impunidad.


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El presente testimonio fue publicado por la Comisión Funa (en Las historia que podemos contar), el día que denunció que "un asesino vive en Ñuñoa", refiriéndose a Luis Eduardo Crespo Zamorano, teniente al mando de la Tenencia Alessandri, involucrado en el asesinato de Rafael y Eduardo Toledo.
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